Historia sobre nuestras expectativas
Estaba entusiasmado, había terminado el trabajo que me había pedido mi jefe un día antes de lo estipulado. Él nunca reconoce mi dedicación y empeño, pero esta vez me va a felicitar. Entré en el ascensor de la empresa con una gran sonrisa deseándole buen día a todos los que se encontraban allí. Me dirigí con la carpeta que contenía el trabajo hacia el escritorio de mi jefe, repitiendo mi sonrisa y deseo de buenos días a todos los que se cruzaban en mi camino. Cuando entré en su oficina, él se encontraba leyendo el diario, le dije que traía lo que me había encargado y que había podido terminarlo un día antes de la fecha establecida. Él, sin levantar su mirada del periódico me dijo, déjelo en la bandeja de entrada, después lo miro. En ese momento sentí una puntada en mi estómago, mi garganta se hinchaba, mi cara se ponía roja producto de la furia y frustración que me produjo la situación. Salí de la oficina de mi jefe muy enojado, atropellando a todo lo que se interponía a mi paso. Mi cabeza no dejaba de pensar en la situación, yo hubiera esperado que interrumpiera lo que estaba haciendo para recibirlo, mirarlo, o al menos dárselo en la mano y no dejarlo en una fría bandeja de entrada.
Mi jefe es injusto, nunca valora mi trabajo, ni siquiera hoy que lo terminé antes de lo esperado. Me arruinó la semana !!!!!
¿Cuantas veces nos encontramos en situaciones similares? Nos enojamos o frustramos debido a que las situaciones no se resuelven de la forma que esperamos. Las expectativas son creencias personales sobre los sucesos que pueden ocurrir o no. Son suposiciones de cara al futuro, anticipaciones basadas en aspectos subjetivos y objetivos. De hecho, las mismas se desarrollan a partir de una compleja combinación de nuestras experiencias, deseos y conocimiento del entorno o de las personas que nos rodean. Son una proyección de la imagen mental que nos creamos de nuestra realidad. Cuanto más distorsionada es nuestra interpretación, mayor será el número de veces que nuestras expectativas no se verán cumplidas. Mediante la reflexión a través de preguntas poderosas podemos cuestionar esa compleja combinación en la que nos basamos para construir nuestras expectativas. Si no somos aún capaces de auto desafiarnos, un coach nos puede ayudar a lograr empoderarnos y alcanzar la autogestión.
Ricardo Zamponi
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