El lago Awe era un lugar sereno donde sus habitantes pasaban los días apaciblemente. Aiwen desde su llegada pertenecía a los Uisce, una comunidad muy divertida de gotas de agua. A pesar de estar en un lago y tener nuevas amigas, su ánimo no era bueno.
Sheia, una de ellas le preguntó
-¿Como te sientes en tu nuevo hogar?
Aiwen con sus ojos llenos de tristeza le respondió
-Estoy muy desanimada, no se que me pasa.
Sheia la miraba sin decir una palabra.
Aiwen continuó,
-La comunidad es muy alegre y el lago muy tranquilo, pero a pesar de ello me siento triste.
Sheia le preguntó
-¿Para qué has venido al lago?
-Vine en búsqueda de la tranquilidad que no hallaba en el mar. Al transformarme nuevamente en vapor, el viento y las nubes me trajeron aquí en lugar de llevarme a mi antiguo lago.
Sheia volvió a dirigirse a ella
-¿Cómo es la tranquilidad de este lago con respecto al anterior?
Aiwen luego de pensarlo un par de minutos respondió
-Ambos me dan la misma tranquilidad
Sheia mirandola con ternura le dijo
-¿Y entonces?
Aiwen respondió con un sonrisa
Reflexión
En el relato Aiwen cree que la tranquilidad solo la puede obtener en su antiguo lago y a pesar de estar tranquila en donde se encuentra, su creencia la lleva a sentirse triste, limitando su felicidad y alegría en su nuevo hogar.
Nuestras creencias son ideas o pensamientos que asumimos como verdaderas. Las vamos incorporando a lo largo de la vida y por lo general no las revalidamos ante nuevas circunstancias. La importancia de ellas es que dictan nuestras conductas, por lo que si no son las adecuadas para interpretar las nuevas circunstancias nos llevan a tener comportamientos limitantes como el de Aiwen en el cuento. Tomar consciencia de la existencia de las creencias y ponerlas en duda es crucial para tener comportamientos potenciadores.
Ricardo Zamponi
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