
El cielo estaba coloreándose de rojo marcando el inicio del atardecer. El piquituerto de plumas azules estaba exhausto de otro día de búsqueda. Llevaba mucho tiempo surcando el cielo en círculos y no podía reconocer su hogar en el paisaje que veía.
La tormenta había cambiado la fisonomía del lago Tay. Miles de árboles centenarios caídos por doquier. Ramas y troncos desnudos conformaban un sin número de extrañas figuras en la superficie del lago. Aguas lodosas habían cubierto la pradera anteriormente atiborrada de flores.
El piquituerto se dispuso a descansar bajo el abrigo de un pino a la espera de un nuevo día. Se encontraba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta que junto al él yacía el búho anciano. Este lo interrumpió mediante una pregunta.
¿Cómo te encuentras?
El ave sorprendida por la presencia del anciano no halló palabras para responderle, por lo que el búho le reiteró la pregunta
¿Cómo te encuentras?
El pájaro le respondió con un lacónico
¡¡¡¡Desesperanzado!!!!
El búho, que le gustaba entender en lugar de hacer conjeturas, le replicó
¿Desesperanzado de que?
Con los ojos llenos de tristeza le contó sobre la búsqueda infructuosa de su hogar luego de la tormenta, de su cansancio por volar durante días y de lo desolador del paisaje que veía.
El anciano le dijo que luego de la tormenta el lago Tay no volvería a ser como antes. Si él buscaba el mismo hogar que había dejado antes del temporal jamás lo encontraría.
El piquituerto no comprendió lo que el anciano le decía. En sus pensamientos se preparaba para otro día de búsqueda.
Reflexión
En el relato, el piquituerto está aferrado a los recuerdos de como era su hogar y lo busca en un paisaje que ya no existe. Esta búsqueda, condenada al fracaso, no hace otra cosa que generar desesperanza y frustración. Nuestras vidas están llenas de pequeñas y grandes tormentas que cambian nuestro mundo. No aceptar los cambios nos limita en potenciar nuestro presente.
Toda semejanza con La Nueva Normalidad corre por cuenta del lector
Ricardo Zamponi
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