En el circo todo parecía divertido, los payasos caían al suelo mientras reían a carcajadas y una mujer hacía malabares encima de un caballo. A través los ojos de los niños todo resultaba fascinante, pero al final del espectáculo uno de estos jóvenes observó con cierta tristeza a un elefante que se miraba su pata encadenada.
No podía imaginar por qué aquel tremendo animal de fuerza descomunal podía estar preso por una simple cadena. Se dirigió a su padre y le dijo ¿Por qué no se libera el elefante?
No se debe querer ir. Estará contento aquí porque le dan bien de comer. Dijo el padre intentando alejar a su hijo de la barrera que les separaba del paquidermo.
Pero… no parece feliz.
Estará cansado porque acaba de trabajar. – Al fin, con un ligero empujón fraternal, reemprendieron su camino.
Ambos se alejaron de allí, aunque el padre echó una mirada atrás e imaginó la historia de aquel animal. Era algo triste que no quería decirle a su hijo pues podría estropearle una tarde magnífica.
Aquel elefante llegó siendo una cría y fue encadenada a un poste por una cadena mucho menos resistente que la actual pero que era incapaz de romper. Los intentos por soltarse fueron constantes durante días y noches hasta que una mañana simplemente dejó de luchar.
Con el paso del tiempo el elefante iba haciéndose más y más poderoso y las cadenas relativamente más fáciles de romper. No obstante, en la mente del elefante existía una prisión mucho más poderosa: el pensamiento de que nunca podría romperlas.
Ahora que había desechado la idea de huir se había abandonado a su suerte. Ignoraba que si usara el empeño que utilizó siendo una cría podría arrancar el poste, romper la cadena y arrancar la carpa del circo.
Había olvidado incluso por qué huir pues ya no tenía ningún sentido planteárselo. Era prisionero por las limitaciones que se había impuesto a sí mismo por los fracasos del pasado. Desde que se rindió podrían haberle quitado las cadenas sin problemas.
Reflexión
¿Cuántas veces nos comportamos como el elefante encadenado?
Ser consciente del presente nos lleva muchas veces a redescubrir en situaciones cotidianas nuevas formas de interpretar nuestra realidad. Esto nos ayuda a cambiar comportamientos que ejecutamos inconscientemente y que nos alejan de nuestros objetivos. La clave esta en desafiar nuestro esquema mental permitiéndonos un aprendizaje continuo.
Ricardo Zamponi
Jorge Bucay Reflexiones sobre el Elefante encadenado
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